del dueño de su creación,
sigiloso de cada movimiento
de su personificación.
Es la sombra del caminante
que cuida sus pasos,
guía sus trechos
de forma tan ignorante.
El caminante sin escrúpulos
camina por estrechos equivocados
su sombra insistente
grita silenciosamente
el error de su caminante.
El caminante está a punto, sin pensar,
de ir por senderos sin luz
donde su sombra fiel compañera
no se podrá recrear.
Su sombra siempre fiel
a la obscuridad lo siguió,
gritando siempre sordas advertencias
de lo que a su creador le podría pasar,
sordo a su sombra
atento a la adversidad.
Hasta que la sombra dio su última advertencia
que el caminante sin él no viviría,
que sin luz él ya no se recrearía,
el caminante siempre sordo
nunca a su sombra escuchó
pues hasta que su vida cedió,
el caminante sumergido
ya en la obscuridad
no fue mucho lo que duró.
El caminante murió,
sordo de su propia sombra
ignorante de sus advertencias
y en tierras lejanas
donde nadie lo verá,
ni recordarán
que algún día
a su sombra escuchó.