vacías de todo,
llenas de promesas
vacías de cumplidos.
Rasguñadas por las rosas
espinozas que recogí,
de tanto caer están ásperas
y adormecidas de tanto apretar
el puño para poder madrear
las promesas que mis manos
esperaron llegar.
Mi manos cansadas están
de esperar las tuyas tomar
para que me guíes
para que me acompañes
a recoger rosas espinozas
que hieran mi piel
pero que sanen con promesas
de que me seas fiel.
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