sábado, 31 de diciembre de 2011

Ángel terrenal.

Eres un ser especial
algo sobrenatural,
eres un ángel
un ángel sin alas
porque no te hacen falta
no te hacen falta alas
para llegar alto.

Aunque te mires al espejo
y no veas eso que quieres ser
yo sí lo veo en tí,
porque está tu vista cegada
y no ves más allá,
tu me has llevado a volar,
sin alas,
porque no hacen falta para llegar...
Para la cima alcanzar.

No bajes la mirada
no tienes por qué llorar
aunque todo esté mal
sé que pronto todo va a mejorar,
vuela ángel
despliega tus alas
aunque no te hacen falta
porque eres un ángel terrenal
un ángel sumamente especial.


Ángel terrenal
no llores más
ahora que te vas
a cuidar de alguien más
te doy las gracias
por no dejarme caer
al vacío de la oscuridad.

Tus inseguridades matan
tus ganas de vivir
te hacen querer morir
ellas pronto ya no estarán,
todo eso que aprendí de ti
ahora tengo que aplicarlo en ti
seré yo ahora tu ángel terrenal
yo te voy a sacar
de ese mundo irreal
que no te deja aceptar la realidad,
te voy a cuidar
mi ángel sin alas,
mi ángel terrenal.

Miguel Aular.

martes, 22 de noviembre de 2011

Qué importa.

Otra vez yo escribiendo mis líneas
con pulso tembloroso
algo miedoso
de lo que pueda pasar,
una tras otra
mis lágrimas caían
mojando mis páginas
ahogando mis letras
de las duras penas,
que importa,
igual morirían quemadas
por el odio que sentía
o también ahogadas
ahogadas en sangre 
de la que mi herida salía
la sangre algo apresurada
como queriéndome abandonar
para dejarme al fin morir en paz
esa que nunca tuve,
aunque escribir éstas un poco me dio a conocer
un poco de lo que llaman paz.

Qué importa que nadie pudiese leer
las líneas que de mi rabia
amor, odio y desprecio surgieron,
seguiría siendo ese hombre invisible
y a la vez invensible,
al que nadie escuchó
al que nadie leyó
del que nadie supo,
que amaba, odiaba, sufría y lloraba
sólo el silencio supo escucharme, sentirme,
sólo el suelo supo sostenerme
pues más bajo no pude caer.


lunes, 24 de octubre de 2011

El precio de amarte.

Vendí mi alma al diablo
para poder pagar
el precio de amar
a tu maldito corazón
y aún así no se conformó
con el valor de mi alma
tan podrida que estaba
tendida en tu cama,
enredada en tus sábanas
y tú pidiendo más.

No tuve más que vender
que mi cuerpo
eso incluía mi corazón,
¿Ya quién te iba a amar?
Ya no tenía mas nada que dar
tan sólo mi dignidad;

''Si nunca recibes más
de lo que das''.

Yo que te dí mi alma y mi cuerpo
tu solo dabas precios
para merecer tu corazón
yo que te regalé todo
tu no me dabas nada,
entre más no podía quererte
más te amaba, 
pero para nada,
te quedaste con toda mi alma
con todo mi cuerpo,
con mi corazón
con mi pensamiento
y un poco de rencor.

Me entregué entero
y el diablo me devolvió desecho,
sin nada,
sin alma
sin cuerpo,
ahora sólo soy
otro más que vendió todo
para obtener tu corazón.

''Siempre el que más ama
termina perdiendo''.

Miguel Aular.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Me gusta.

Me gusta, como tus ojos miran los míos
como tu sonrisa ilumina mi camino
como tus palabras alivian mis delirios
me gusta como contigo imagino mi destino.

Como tus brazos envuelven mi cuerpo,
me gusta, 
como me siento protegido en ellos;
la facilidad con que se escriben mis versos
porque sólo tú estás en ellos, me gusta.

Todo lo que venga de ti no me gusta,
me encanta.
Como tu risa corta este silencio
como tus labios calman mis ansias
ansias de saciar mi vicio
vicio que tengo con tus besos, 
me encantan.



miércoles, 10 de agosto de 2011

Martha.

Era otro día, ella sentada en su silla,
ansiosa y desesperanzada
eso era lo que de su cara admiraba,
como esperando algo que cambiaría su vida.

Martha era su nombre
nombre corto pero de un vida larga,
como siempre esperando a ''su hombre''
que su mente imaginaba.

Cumpliendo su rutina de cada día
tomaba un baño a lo que amanecía,
perfumándose con fragancias
que desbordan esperanzas
de encontrar a ese hombre
que la amara sin arrogancias.

Vestíase Martha, con sus mas humildes trapos
que enamorarían a cualquiera
a cualquiera de su barrio,
sentíase ella la más hermosa, la más presiosa
creyendo que con eso, ese amor
respondería a su más desesperado clamor.

Érase ella otra vez sentada
en esa pobre silla desgastada,
quizás por los años o por tanto usarla,
mecíase ella un poco deseperada
al no ver llegar a ese hombre que la amara.

Casi vieja y solterona y una soledad
que en su casa habitaba,
su única compañera 
que no la haría sentir decepcionada.

Veíala yo ahí sentada
en el recibidor de su casa
meciendose, viendo a cada hombre que pasaba
a ver si volteaba;
y así la mirara y quizás de ella se enamoraba,
ninguno la veía, ninguno la observaba
no notaban su presencia, como que si fuera nada.

Quizás era de un corazón muy bello
como que para que un ser común 
lograra presenciarla,
y así intentar enamorarla.

Cada hora que pasaba 
sus esperanzas la horcaban
trayendole a la mente
que no vale esperar
algo que nunca a su vida iba a llegar.

Terminando el día 
encontrábase ella otra vez 
en su decepción
del tanto esperar la llegada de un amor
a su pobre corazón; 
dormíase pensando en que algún ser la viera
y que por fin decidiera
sacarla de esa soledad tan inmensa.

Eran tantas sus lágrimas
que la dormían sin piedad
dándose por vencida 
queriendo que la muerta decida
acabar con su tempestad.

Otra vez encontrábase el sol posado en su cara
despentándola de los sueños
que resultaban ser engaños
haciendole creer que su hombre había llegado.

Y una vez más estaba Martha
sentada en esa silla
sin saber que su amor la esperaba,
que alguien la observaba;
seguía ella esperando 
ese momento que tanto ha imaginado.

Pero seguía ella sin saber
que a la vuelta de la esquina
yo yacía esperando que algún día 
la viera pasar por la acera de mi vecindad;
si tan solo supiera que yo la esperaba;
que ella  me gustaba.

Tanto había deseado que nunca esperara
que el amor a su vida llegara
sino que fuera directo a él,
y le dijera todo lo que sentía, 
pero que más da, 
ella nunca supo que yo existía.

Miguel Aular.



jueves, 23 de junio de 2011

Sueño mentidor.

La luna te podré bajar
las estrellas podrán brillar,
pero yo nunca te dejaré de amar.

Abrí los ojos y el sueño ahí quedó
colgado en ese colchón
lleno de sueños de amor
de sueños que solo mi mente creó
y que mi cama incentivó.

Cerré los ojos con fuerza
para volver intentar caer
en esa dulce ilusión
pero ni eso funcionó,
no podía negar que era un sueño
otro más por el cual llorar.

Deseé nunca más haber despertado
de esa maldita ilusión
afirmaba mi amor,
más no el amor que no siente por mí.

Las lágrimas seguían callendo
y mis sueños seguía mintiendo,
desearía que los sueños fueran verdad
que no fueran solo eso... solo sueños.

-¿Pero si me amas?
-¡Claro que te amo y con todo mi corazón.

No pude creer eso que pasó
¿Sería otro sueño mentidor?

Miguel Aular

sábado, 18 de junio de 2011

La morgue.

Donde llegan cuerpos
desvalidos de esperanzas
sumándoles preguntas
a estas largas andanzas,
con pieles pálidas
como nubes aguadas de sol
pero sumamente cargadas con formol.

Ojos estáticos que infunden terror
manos frías que congelan el tiempo,
tomando el pasado como un juego,
pues que más da, ya están muertos.

Cada cadaver cuenta una historia
cada historia cargada con tragedias
que persiguen al difundo en su larga espera.

Miguel Aular

lunes, 25 de abril de 2011

La sombra del caminante.


Vigilante de cada paso
del dueño de su creación, 
sigiloso de cada movimiento
de su personificación.

Es la sombra del caminante
que cuida sus pasos,
guía sus trechos 
de forma tan ignorante.

El caminante sin escrúpulos 
camina por estrechos equivocados
su sombra insistente
grita silenciosamente
el error de su caminante.

El caminante está a punto, sin pensar,
de ir por senderos sin luz
 donde su sombra fiel compañera
no se podrá recrear.

Su sombra siempre fiel
a la obscuridad lo siguió,
 gritando siempre sordas advertencias
de lo que a su creador le podría pasar,
sordo a  su sombra
 atento a la adversidad.

Hasta que la sombra disu última advertencia
que el caminante sin él no viviría,
que sin luz él ya no se recrearía,
el caminante siempre sordo 
nunca a su sombra escuchó
pues hasta que su vida cedió,
el caminante sumergido
ya en la obscuridad
no fue mucho lo que duró.

El caminante murió,
sordo de su propia sombra
ignorante de sus advertencias 
y en tierras lejanas
donde nadie lo verá,
ni recordarán
que algún día
a su sombra escuchó.




martes, 12 de abril de 2011

Mis manos.


Están llenas de nada,
vacías de todo,
llenas de promesas
vacías de cumplidos.
 
Rasguñadas por las rosas
espinozas que recogí,
de tanto caer están ásperas
y adormecidas de tanto apretar
el puño para poder madrear
las promesas que mis manos
esperaron llegar.

Mi manos cansadas están
de esperar las tuyas tomar
para que me guíes
para que me acompañes
a recoger rosas espinozas
que hieran mi piel
pero que sanen con promesas
de que me seas fiel.

jueves, 17 de febrero de 2011

Rebelión

De pequeño mis propias ideas formé
creciendo dentro
de un duro régimen también,
fuera de mi refugio (habitación)
era un mundo de guerra
pero dentro de ella yo formaba mi rebelión.

Contra ideas absurdas
prisioneras de libertad
contra normas estúpidas
que yo nunca quise acatar.

Soy rebelde de nacimiento
un rebelde con causa y razón
un rebelde del pueblo
que quiere liberación,
de razas y culturas
de pensamiento y acción.

Lucho por aquellos cuyos espíritus guerreros
lamentablemente han muerto
por aquellos cuyas voces callan por miedo
por aquellos que con lágrimas quieren apagar fuegos.

Miguel Aular.

sábado, 5 de febrero de 2011

Angústias.

Aprietan la cordura de cualquiera
sacando de quisio a quién sea,
aumentan si no se desechan.

He visto como mata a la gente,
en silencio, como un asesino en serie,
lentamente, para que su víctima
sufra como el pobre inocente.

Todo aquello que ahora es una angustia
antes era un típico problema
mientras más le huia
otras más nos perseguían.

Miguel Aular

jueves, 13 de enero de 2011

Juego de niños.



 


Como niños
nos besamos sin querer
y después nos reimos
y diciendonos: ¡No puede ser!

Como niños 
jugamos a querernos
poco a poco este juego
fue algo placentero. 

Como niños
nos tomamos de las manos
y las apretábamos de vez en cuando.
Nos daba risa el jugar a querernos tanto.

Como niños 
dormimos exhautos 
como aquellos que caen en sueño
después de jugar un rato.

Como niños peleamos hasta el cansancio
pero este juego solo trataba 
de jugar a amarnos.

Como niños
nos susurramos un: ''te quiero''
como aquellos que aman
por solo dar un caramelo.

Como niños 
lloramos cada vez al irnos
seguir jugando a querer era nuestro único deseo.

Como niños 
nos observamos al espejo
detallando nuestro inocente juego
pero no todo fue perfecto
nuestros cuerpos iban creciendo.

Nuestros corazones aún de niños 
seguían latiendo
pidiendo caramelos a cambio de besos
susurrando: ''te quiero''
y soñando despiertos.

Como niños creímos que todo sería 
lindo, perfecto y eterno.
Pero nuestros cuerpos crecieron
nuestras manos se soltaron,
nuestros sueños despertaron...
Nuestro juego de niños jamás volverá.

Miguel Aular